Si tu bebito nació antes de
las 37 semanas de gestación, se trata de un parto pretérmino. Aunque las
palabras pretérmino y prematuro se utilizan de manera indistinta, implican
cosas diferentes. “Pretérmino” se refiere a temporalidad (antes de tiempo),
“prematuro” a inmadurez. Para nosotros como padres significa un reto de vida
con amor.
Como buen reto, viene
acompañado de muchas preguntas: ¿qué cuidados especiales necesita mi pequeño?
¿De qué manera debo prepararme como familia, para recibir al más pequeño e
indefenso integrante?
La intención de este
artículo es conocer las complicaciones y secuelas que pueden o no presentar
nuestros bebés prematuros, para estar preparados y estar atentos de los detalles
que debemos observar en su desarrollo a corto, mediano y largo plazo.
Si de por si, un recién
nacido trae muchas interrogantes bajo el brazo, un pequeño pretérmino todavía
más. Por eso, la importancia de formar un buen equipo con el pediatra y sub
especialistas pediátricos (en caso de requerirse), que nos acompañará
estrechamente en esta hermosa aventura.
Existe un aumento de la tasa
de prematuridad a nivel mundial, el cual es reflejo de los avances en las
técnicas de reproducción asistida (para parejas con infertilidad o para mujeres
que decidieron su maternidad después de los 35 años) así como mejores cuidados
obstétricos y neonatales que permiten la supervivencia de bebés cada vez más
inmaduros. Sin embargo, también
puede reflejar un control
prenatal inadecuado o situaciones que influyen negativamente en la duración del
embarazo, como fumar y un exceso de estrés laboral y/o emocional materno.
Entre más prematuro sea un
recién nacido y entre menos pese (menor a 1.500 g), mayor serán los riesgos para su
salud y vida. Por eso, los partos pretérmino deben atenderse en un ambiente
hospitalario con todas las condiciones necesarias para hacer frente a cualquier
complicación propia del bebé prematuro. Debemos asegurarnos que el hospital
cuenta con una unidad de cuidados intensivos neonatales (UCIN) y que será
recibido por un especialista en recién nacidos de riesgo, mejor conocido como
neonatólogo.
Al nacer, la inmadurez de su
sistema respiratorio y nervioso puede ocasionar una baja concentración de
oxígeno en su sangre (hipoxia). De aquí se derivan muchas de las complicaciones
inmediatas. Observarás que su APGAR (medición aproximada de la vitalidad del
bebé que hace el médico al primer y quinto minuto del nacimiento) suele ser
menor a 8 puntos. Más de la mitad de los bebés con peso menor a 1.500 g
necesita reanimación por parte del médico y en algunos casos, intubación
endotraqueal y ventilación artificial. El bebé puede continuar presentando dificultad
respiratoria y/o periodos en los que dejan de respirar (apneas), pudiendo
cursar después con inflamación crónica broncopulmonar y lesiones residuales
(displasia broncopulmonar), hipertensión pulmonar con dependencia o no de
oxígeno e infecciones respiratorias frecuentes. El obstetra puede indicar,
previo al nacimiento, el uso de medicamentos para disminuir (hasta cierto
punto) esta inmadurez respiratoria. Las infecciones respiratorias al nacer o
durante su estancia en UCIN también son frecuentes. En todo caso, el
seguimiento por el especialista en pulmón (neumólogo pediatra) ayudará a
disminuir la magnitud de las secuelas o mejorar la calidad de vida, según sea
el caso.
La inmadurez del sistema
nervioso central (SNC) lo hace más susceptible a que su cerebrito sangre
pudiendo quedar lesiones neurológicas variables. Ya que las manifestaciones de
una secuela neurológica pueden ser sutiles y tardías, es de suma importancia la
evaluación temprana y seguimiento durante los primeros cinco años de vida, por
un neurólogo pediatra. El seguimiento se enfoca en el desarrollo psicomotor, no
solo en el campo del aprendizaje sino en la coordinación motora, el lenguaje y
la forma como nuestros hijos enfrentarán el mundo en sus diferentes etapas de
crecimiento.
Todo bebé pretérmino,
sobretodo aquel con peso menor a 1500 g, tiene riesgo de alteraciones en su
salud visual. Si utilizaron oxígeno durante su estancia en el hospital, el
riesgo oftalmológico es mayor. De ahí la importancia de ser revisado por un
oftalmólogo pediatra antes de egresar del hospital; así como valoraciones
periódicas con la frecuencia que amerite cada caso.
El estudio de la audición
(tamiz auditivo) es necesario para descartar enfermedades del oído, lo que en
caso de no detectarse puede repercutir en el adecuado desarrollo del lenguaje
del bebé.
Muchas veces, omitimos
llevar a nuestros peques a una revisión por el cardiólogo pediatra porque no le
escucharon ningún soplo en el corazón. Recuerden que no todas las enfermedades
del corazón tienen soplos.
Los recién nacidos
prematuros tienen mayor riesgo de enfermedad por reflujo gastroesofágico,
alteraciones en la succión y deglución de la leche; así como estreñimiento.
Además, tienen pobre absorción de algunos nutrientes. Por todo lo anterior, es
muy importante la leche materna. Muchas veces, por falta de orientación,
dejamos de estimular la producción de leche con un tira-leche, perdiendo la
oportunidad de alimentar y nutrir a nuestro bebito con la mejor leche del mundo
diseñada solo para él. La leche materna de la madre de un chiquito prematuro,
es diferente en su composición de la leche de una mujer con un bebé a término.
La naturaleza es tan extraordinaria que se adapta a las necesidades del bebé
prematuro, ofreciéndole lo que necesita para recuperarse y crecer. Recordemos
que la leche materna no solo alimenta nuestros hijos, también los protege
contra infecciones respiratorias y gastrointestinales. En el caso de los bebés
prematuros, su sistema inmune es menos competente que el de un bebé a término, por
lo que una infección sencilla puede generalizarse fácilmente (sepsis;
meningitis). Las mejores armas que tenemos para cuidar a nuestros peques son:
la lactancia materna y un esquema de vacunación completo (tanto de los bebés
como de los padres y cuidadores). Si tienen dudas sobre lactancia materna o
desean mayor asesoría, contacten a una consultora de lactancia certificada y de
un gastroenterólogo pediatra para que la alimentación sea un éxito.
Los bebés prematuros tienen mayor predisposición de
acidosis tubular renal (ATR) por la inmadurez de los túbulos del riñón. Por lo
que si el peso y la talla se estacionan en un carril por más de dos meses, vale
la pena consultar a un nefrólogo pediatra.
Todos los bebés tienen una mala regulación de su
temperatura, sobretodo, los bebitos prematuros, al contar con escasa reserva de
grasa en su cuerpo, entre otros factores. Pero así como se enfrían rápidamente,
también se pueden llegar a calentar demasiado. Abriguémoslos con moderación.
También vale la pena suplementar con hierro y vitaminas, para evitar anemia y
deficiencias nutricionales. De igual manera, los invitamos a la moderación,
porque un bebé prematuro y de bajo peso tiene mayor riesgo de obesidad en la
adolescencia y edad adulta.
Posibles alteraciones endocrinológicas pueden aparecer
relacionadas con hormonas tiroideas y de glándulas suprarrenales por lo que
será necesaria la valoración del endocrinólogo.
Lo más importante a considerar para los bebés que egresan
de la UCIN, es que la prematuridad es un factor de alto riesgo para
deficiencias y discapacidad, con sus correspondientes repercusiones familiares.
Debemos estar atentos al seguimiento de nuestro hijo(a) por parte de
especialistas en este campo y no cegarnos a las posibilidades buscando ayuda
oportuna para un adecuado desarrollo de manera integral.
Dra.
Milagros Neumann O.
Médico
Pediatra y Neumóloga Pediatra
Centro
de Atención Integral para la Salud